sábado, 4 de junio de 2011

EL SER MÁS INEVITABLE Oswaldo Pulgar Pérez Dice Kant que Dios es el ser más difícil de conocer pero también el más inevitable. Todos tenemos esa experiencia. Se agudiza cuando nos toca aceptar una derrota, sufrir una desgracia o padecer de una enfermedad. El ateo más recalcitrante, cuando niega a Dios, tiene fe en que Dios no existe. Y además, no puede probarlo. Los derechos humanos, que la ONU reconoció en el año 1948, son una expresión del carácter sagrado de la persona. Cabe destacar que, esos derechos no los decretó la ONU, los reconoció, que es bien distinto. Desde Confucio hasta Homero la referencia a la Divinidad se ve como indispensable para dotar al hombre de inviolabilidad, y también de responsabilidad moral. Es lógico, pues sin una instancia superior, común a todos, no podemos exigir que se nos respete, ni los demás tendrán un argumento para que nosotros les respetemos. Sobre la tumba de Kant está escrita esta leyenda: Dos cosas hay en el mundo que me llenan de inspiración: el cielo estrellado fuera de mí, y el orden moral dentro de mí. Dice Paul Johnson que el hombre es la criatura más inteligente, pero también la más soberbia. El hombre, como ser espiritual, necesita trascender, ir más allá de lo experimentable por los sentidos. Cuando se suprime la trascendencia, nos recluimos a la intrascendencia. Decía Pascal que existen dos tipos de personas: Las que aman a Dios de todo corazón porque le conocen, y las que le buscan de todo corazón porque no le conocen. También están los ateos prácticos: aquellos que creen en Dios, pero que viven como si no existiera. La fragilidad humana, el “defecto de fábrica” con que todos nacemos, nos hace caer en esa lamentable condición. Los niños, que en su inocencia creen y defienden la fe que aprendieron de pequeños, tienen una gran intuición para defender la inviolabilidad de sus creencias. Estaba un maestro atacando la fe de sus alumnos. Les decía que la historia de Jonás era un mito, pues era imposible que una persona cupie


EL SER MÁS INEVITABLE
Oswaldo Pulgar Pérez


Dice Kant que Dios es el ser más difícil de conocer pero también el más inevitable. Todos tenemos esa experiencia. Se agudiza cuando nos toca aceptar una derrota, sufrir una desgracia o padecer de una enfermedad.

El ateo más recalcitrante, cuando niega a Dios, tiene fe en que Dios no existe. Y además, no puede probarlo. Los derechos humanos, que la ONU reconoció en el año 1948, son una expresión del carácter sagrado de la persona. Cabe destacar que, esos derechos no los decretó la ONU, los reconoció, que es bien distinto.

Desde Confucio hasta Homero la referencia a la Divinidad se ve como indispensable para dotar al hombre de inviolabilidad, y también de responsabilidad moral. Es lógico, pues sin una instancia superior, común a todos, no podemos exigir que se nos respete, ni los demás tendrán un argumento para que nosotros les respetemos.

Sobre la tumba de Kant está escrita esta leyenda: Dos cosas hay en el mundo que me llenan de inspiración: el cielo estrellado fuera de mí, y el orden moral dentro de mí.

Dice Paul Johnson que el hombre es la criatura más inteligente, pero también la más soberbia. El hombre, como ser espiritual, necesita trascender, ir más allá de lo experimentable por los sentidos. Cuando se suprime la trascendencia, nos recluimos a la intrascendencia.

Decía Pascal que existen dos tipos de personas: Las que aman a Dios de todo corazón porque le conocen, y las que le buscan de todo corazón porque no le conocen. También están los ateos prácticos: aquellos que creen en Dios, pero que viven como si no existiera. La fragilidad humana, el “defecto de fábrica” con que todos nacemos, nos hace caer en esa lamentable condición.

Los niños, que en su inocencia creen y defienden la fe que aprendieron de pequeños, tienen una gran intuición para defender la inviolabilidad de sus creencias.

Estaba un maestro atacando la fe de sus alumnos. Les decía que la historia de Jonás era un mito, pues era imposible que una persona cupiera dentro de una ballena. La niña argumentaba que eso estaba escrito en las Sagradas Escrituras, y que, por tanto, no podía ser falso.

El maestro, insistía en su postura. Hasta que niña le dijo, con gran sentido común: -Mire profesor. Esto se arregla fácil. Cuando yo llegue al Cielo, se lo preguntaré directamente a Jonás y le aviso. A lo que el maestro respondió: -¿Y si Jonás está en el infierno? La niña, con esa chispa infantil propia de su edad, le repuso: -En ese caso, ¡Le pregunta usted!

Cualquier día es bueno para profundizar en un aspecto de la vida que no admite dilaciones: el sufrimiento. Lewis supone que Dios nos grita por medio de nuestros dolores.

Los usa como un megáfono para despertar a un mundo sordo. “Una mala persona –continúa- no siente la necesidad de corregirse mientras la vida le sonríe. En cambio el sufrimiento, destroza la ilusión de que todo está bien.

Es la única oportunidad que el hombre tiene de corregirse, porque quita el velo de la apariencia e implanta la bandera de la verdad dentro de la fortaleza del alma rebelde”.

opulgarprez6@gmail.com



sábado, 26 de febrero de 2011

QUÉ TRISTE ES ESTAR SOLO

La historia que les voy a contar ocurrió hace varios años. Parece inverosímil, pero fue verdad. Estaba despidiendo a unos amigos, cuando me llega un aviso: En la puerta de peatones de la casa hay un anciano. Me acerqué para ver de qué se trataba. Un señor mayor, entre los 75 y 85 años. En cuclillas, con una bolsa pequeña a su lado.

Le pregunté primero cómo se encontraba. Me respondió con sonidos guturales que no entendí; pero por la sonrisa de su cara, deduje que no había problemas  de salud.

No llevaba documentos personales. La bolsita contenía un sandwich que quien lo dejó aquí, se ocupó de prepararle. Viendo que el asunto no era urgente, quienes me acompañaban y yo, deliberamos qué podríamos hacer con él. Lo primero que se imponía era llamar a una ambulancia de “Atención Inmediata”.

Enseguida apareció. Le tomaron la temperatura, escucharon su respiración. Todo estaba normal. Les pregunté si se lo iban a llevar, y me contestaron que no, porque no estaba enfermo. Nos aconsejaron llamar a la policía.

A los pocos minutos, llegó una patrulla. Pidieron papeles, les dije que no tenía. Les pregunté si se lo llevarían, me contestaron que no, porque no era un delincuente. Me aconsejaron llamar a los bomberos, pero no lo hice porque supuse que tampoco se lo podrían llevar porque no era un incendiario.

Concluimos que a esa hora de la noche no podíamos hacer nada. Tendríamos que esperar al otro día. Le dimos un poco de leche y otro sandwich.  Intentamos meterlo a casa, pero no podía caminar. Las piernas permanecían rígidas y cruzadas entre sí.

Le buscamos una almohada y frazadas para la noche. Decidimos meterlo en uno de los automóviles, en el asiento posterior. Allí, al aire libre, y con las ventanas abiertas, podría dormir tranquilo. Lo acomodamos, y con una simpática sonrisa nos despidió con evidentes señales de encontrarse perfectamente.

A la mañana siguiente, después de informarnos bien, lo llevamos a un asilo que atienden unas monjas en Mañongo. No podían recibirle –nos dijeron- porque no tenía esposa y allí solo recibían parejas.

Fuimos a otro, donde nos informaron que no tenían cupo. Fuimos finalmente a un asilo oficial en Bárbula. Nos dijeron que podían recibirle, pero que el Director debía autorizar su ingreso y no se enconatraba allí. Nos dijeron que le podríamos encontrar en la Alcaldía de Naguanagua, y allí nos fuimos, pensando que pronto resolveríamos nuestro problema.

Por las señas que nos dieron, lo encontramos enseguida. Nos dijo que sí, que  le podían recibir, pero que debíamos traer los informes médicos: análisis de sangre, radiografía de tórax, electrocardiograma, electroencefalograma… etc. Entonces, protesté. Le conté toda la historia, y le hice ver que yo tenía otras obligaciones y que no podía seguir en este plan.

Con todo el protocolo, nos dispusimos a levantar el acta correspondiente. Al rato de haber empezado, la secretaria dijo que se le había acabado la tinta,  que no tenían repuesto, y que por tanto, debíamos volver el lunes. A duras penas, convencí a estos buenos funcionarios que, dadas las circunstancias, se podía escribir a mano, se firmaba el papel y luego se restituiría al formato original. ¿Cómo les parece?

opulgarprez6@gmail.com

CUANDO LOS PADRES SON AMIGOS DE LOS HIJOS

La frase que titula este artículo puede ser mal interpretada. La amistad es una relación, -casi siempre entre iguales-, que lleva a los amigos a velar por el  amigo, a sacrificarse por él, dedicarle tiempo, etc. Luego entre padres e hijos, no hay en sentido estricto, verdadera amistad, tal como antes la hemos definido.

Padres e hijos no son iguales. Son distintos. El papá tampoco debe transformarse en un adolescente más, con el deseo de acercarse más a ellos. Da risa ver a algunos papás convertidos en adolescentes. Se ve que es una actitud postiza.

Hay que respetar la naturaleza de las cosas. Sin embargo, hay una amistad, entre padres e hijos en sentido amplio, que es la aquí quiero desarrollar. Me voy a apoyar en unas declaraciones de Paola Binetti, senadora italiana y Presidenta de la Sociedad Italiana de Pedagogía Médica.

A ella le preguntaron: Usted es experta en neuropsiquiatría. Los expertos dicen que cada vez se multiplican más las enfermedades de los niños. ¿Cuáles son las carencias más graves que ve usted en la educación?

“Pienso que los valores fundamentales de la educación no han cambiado, sino que han aparecido, junto a valores positivos, algunos antivalores, como el relativismo, el consumismo, y el individualismo. Hay que dar a los jóvenes convicciones profundas, que puedan asumir tanto en su modo de pensar como en su conducta”.

No basta con que los jóvenes tengan ideas claras. Deben saber defenderlas en los contextos sociales donde viven, muy distintos a los que tuvieron sus padres. Por eso hay que dedicarles tiempo. No basta con repetir, hay que moverles a actuar con coherencia. Educar la voluntad, que es más importante que educar la inteligencia.

No basta que respeten esos valores porque sean los de sus padres. Tenemos que ayudarles a encarnarlos, para que no solo hagan cosas buenas, sino que además, y principalmente, ellos sean buenos.

Hoy día el individualismo junto a su primo hermano el relativismo, pretende que se legalice “lo que me provoca”. Si me gusta, ¿Por qué no lo puedo hacer? Es el caso de la homosexualidad y de la droga. El imperio de la ley del gusto.

El “Yo” se convierte en protagonista excluyente, es decir, rebelde a toda directriz que le venga de fuera. Por eso hay que lograr que no solo identifiquen su problema, sino que consigan la solución adecuada. Es decir, que razonen.

Hoy la gente se niega a contraer compromisos sin retorno. A nuestra civilización se la puede llamar la de las relaciones frágiles. A toda decisión se le pone una condición, porque no se quiere asumir la responsabilidad de los propios actos. “Somos hijos de nuestras decisiones, y los hijos también”. A los padres corresponde colaborar en la madurez de sus hijos sin violentar su libertad.

A esto se añaden los problemas del consumismo. Los niños disponen de demasiado dinero. Compran lo que quieren, se convierten en unos consumidores privilegiados. Por eso la publicidad se dirige especialmente a ellos.

De manera que, amigos sí, pero cómplices no. El joven necesita ver en su padre, a su padre. En su madre, a su madre. Porque él está preparándose para ser adulto, no para seguir siendo niño. Y eso ha de estar claro, a riesgo de que sean unos eternos inmaduros.

opulgarprez6@gmail.com

jueves, 24 de febrero de 2011

Doctor Oswaldo Pulgar Pérez presentará su libro

Este 17 de febrero, a las 11:00 de la mañana, en la Universidad Arturo Michelena, y patrocinado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de Carabobo, será presentado al público el libro "Reflexiones bajo una tijera" del doctor Oswaldo Pulgar Pérez.
 En una sociedad como la nuestra, carente de valores, donde todos lamentamos su ausencia, pero no decimos cómo llenar esa laguna, este libro recoge una selección de artículos del profesor Pulgar en la prensa diaria, que nos ponen en condición de adquirirlos.
Sus escritos se entremezclan con sus guiones de clase, para ofrecer al lector lo que necesita para manejarse inteligentemente por la vida. Sobre estos temas, hay demasiada información, pero ningún criterio.
Los capítulos son anécdotas de la vida real, de la educación, la familia, la ciencia, la amistad, el trabajo, la universidad, Dios, y las corrientes que impiden adquirir una cultura auténtica.
El doctor en filosofía Oswaldo Pulgar Pérez, es graduado en Ciencias de la Educación en la Universidad de Navarra, España y su experiencia docente ya esta cerca a los cuarenta años.
Donde ha recorrido los distintos niveles de la enseñanza. Siempre por la vía de las humanidades la redacción y estilo, Filosofía, Ética, y Antropología.
Actualmente, se desempeña como árbitro de la revista científica Salus de la Facultad de Ciencias de la Salud y asesor del Comité de Bioética de la Universidad de Carabobo, por invitación de la doctor Carmen Cecilia Malpica, titular de esta cátedra.
El profesor Pulgar es ampliamente conocido entre nosotros, por su formación humanista, que le ha permitido encontrar las palabras adecuadas para expresar las ideas de un modo sencillo, al alcance de cualquiera. Tiene varias condecoraciones y premios. Entre ellos, el de mejor columnista del diario "El Carabobeño", en 1996 (Notitarde, 14/02/2011).-